Travian: Tides of Conquest ~ El viejo nido del buitre ~ Dos arquitectos [3/4]

[CONTINUACIÓN]

Cada vez que Marcus visitaba la cámara donde Plinus Lacer recibía a sus visitas, siempre se preguntaba a sí mismo por el motivo que tenía el viejo buitre para elegir ese lugar. Pequeño, polvoriento y oscuro, apenas cabía un amplio escritorio de madera, algunas estanterías y un par de sillas como máximo. El resto del espacio estaba repleto de pergaminos, hasta donde alcanzaba la vista. ¿Cómo demonios podría catalogarlos todos? Un pensamiento que es mejor guardar para acompañarlo de un buen trago… o tres.

“Ya sé lo que me vas a decir”. Dijo Plinus Lacer lentamente, moviendo sus ojos desde el pergamino que estaba leyendo al comandante que se acercaba.

“Y lo repetiré. Se avecina una guerra en la región y apenas tenemos 500 soldados aquí”. Esta había sido su queja habitual durante los últimos meses. “La parte norte de Hibernia ya está bajo ataque de los romanos”. Continuó Marcus, “los batidores que enviamos no han vuelto. Antes o después tendremos que tomar una decisión, Plinus.”

“Dinos algo nuevo ¿No es exactamente por eso por lo que construí aquí mi fortaleza?” Otro visitante dejo a medio hablar a Plinus, lo que irritó bastante a Marcus. Pulcramente vestido con ropas romanas, apuesto y fresco, Appius Lacer era todo lo contrario a Marcus. Este último recientemente no dormía casi nada. El arquitecto sacó montones de pergaminos de otra silla y se sentó con la habitual expresión de aburrimiento en su rostro.

“Entonces, ¿qué problema tienes ahora Marcus?”

“¿Mi problema?” Marcus exhaló y contó lentamente hasta diez, como su madre le había enseñado en su infancia. “Mi problema es que nosotros no necesitamos otra fortaleza aquí; lo que necesitamos es ¡arreglar la nuestra primero! ¡Es la aldea más antigua de la región, y  sabes perfectamente lo que eso significa! ¿A quién le importa tu nueva fortaleza? ¡Son los nuestros los que serían atacados!”

“Y como te dije muchas veces, espadachín.” dijo Appius, “no se puede reparar”. En ese momento, Marcus estaba furioso. Tendría que disculparse con su madre otra vez. “Bueno, arquitecto, ¡dile eso a la mujer que arregló la maldita cosa hace tres días!”

Appius detuvo la lectura de su pergamino y miró al hombre musculoso. “¿Te atreves a comparar complejas fortificaciones defensivas con la construcción de un primitivo campesino?” Marcus contó hasta diez. Después hasta veinte. Y luego hasta treinta. No funcionaba. “Me atrevo a compararte con una simple mujer que reparó el molino. Y francamente hablando, esta comparación no sale a tu favor”.

“¡Suficiente!” La fría voz del Viejo buitre bramó, deteniendo la discusión en un instante. Giró la cabeza hacia Marcus, y el comandante vio el brillo de la alegría en sus viejos ojos azules como el agua. “Has hablado sobre esa chica mucho últimamente, muchacho. Me pica la curiosidad. Si mi sobrino nieto no puede ofrecernos nada, entonces podemos usar el último recurso que tenemos, ¿no? Tráela aquí, Marcus; averiguaremos si es tan buena como dices que es”.

El fuerte golpe de la puerta, ahora cerrada, hizo que la decisión fuera definitiva, pero a Marcus no le importó demasiado. Por primera vez en meses e innumerables discusiones con Plinus, por fin iba a dormir tranquilo esta noche.

[CONTINUARA]

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