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Aunque en principio el nombre de la aldea era diferente, ha sido olvidado por eones. Situado junto al mar, cerca del cruze de caminos principal, y habitado principalmente por pescadores y comerciantes, el Viejo nido del buitre no se distinguía en nada de las decenas de otros pueblos hiberneses del litoral, excepto en dos cosas: era conocido como el pueblo más antiguo existente en toda la región, y, tenía un ayuntamiento inusualmente alto, aunque no estuviera terminado. Su larga construcción lo convirtió en uno de los monumentos de la zona.
También había una tercera cosa que no muchos sabían, pero que era la forma en la que el pueblo obtuvo su extraño nombre. Un antiguo gobernante, Plinus Lacer, era conocido por estar siempre sentado en el balcón bajo el tejado del ayuntamiento, con un aspecto malhumorado y audaz durante la mayor parte de su vida como mandatario. De hecho, recordaba a un buitre, pacientemente esperando a que su presa diera su última bocanada de aire antes de lanzarse a matar.
“He oído que el Viejo buitre está en las últimas, ¿eh?” Dijo el guardia, mientras se unía a su comandante en la subida de la colina hacia el ayuntamiento. “Yo no lo enterraría inmediatamente”, respondió Marcus, “Durante los casi treinta años que vivo aquí, Plinus Lacer no ha envejecido ni un día desde que lo conocí. Aún así, no está bien llamarle Viejo buitre incluso cuando él no te oye. Es un buen gobernador que cuida de sus tierras”. El guarda asintió mostrando su acuerdo. Marcus sonrió. Su guarnición era una de las unidades más estables de esta orilla del mar, en gran parte debido a la atmósfera amistosa y honesta que conseguía mantener con sus soldados.
“La fortaleza está creciendo”, afirmó el guardia, siguiendo a su comandante. “Se instalaron hace solo una semana, y ahora es visible sin un catalejo”.
“Así es, en efecto” afirmó Marcus, concentrado en algo.
“No quiero solar alarmante, mi comandante”, admitió el guardia a Marcus, “pero no confío en el sobrino nieto de nuestro gobernador. Puede que sea un buen arquitecto; sé que os habéis criado juntos, pero si está de nuestro lado, ¿por qué construye una fortaleza junto a nosotros en lugar de ayudarnos aquí? El muro”
“No me recuerdes el muro”, dijo Marcus bruscamente. Tras un rato en silencio, Marcus suspiró, dándose cuenta de que había sido un poco brusco con su guardia. “Sí, estás en lo cierto. Necesito ver el tema de nuestra defensa ante el Viejo buitre. ¡Maldita sea! ¡A Plinus Lacer!”
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